Hay relaciones que, sin ser tóxicas, son difíciles. Una fuente de dificultad es la diferencia de personalidades de los dos miembros de la pareja. En la entrada anterior hablamos de tres tipos de pareja difíciles. En esta, te contamos de otros tres tipos: el del básico y el intelectual, el de la exitosa y el común, y el de el previsivo y el arriesgado.

El básico y el intelectual

Un intelectual es una persona preparada académicamente y muy estructurada intelectualmente. Recuerda que hay diferentes tipos de inteligencia. La del intelectual está relacionada con la erudición, con un conocimiento extenso y una cultura general amplia. La inteligencia del básico se centra en un área específica del conocimiento. Los básicos son personas que no tienen mucho que aportar en una conversación rica en conocimientos. Es posible que incluso se aburran en este tipo de situaciones. La diferencia entre uno y otro puede llevar a que no haya mucho que puedan compartir en una conversación de pareja. El intelectual puede sentir que las conversaciones son vacías; el básico, que lo que dice no es valorado. Esto crea una distancia y una brecha que no favorece la relación. Para manejar una relación así, es necesario encontrar una actividad o un tema que los conecte. También es necesario que el intelectual no menosprecie ni califique al básico. Siempre habrá algo que el básico le puede aportar al intelectual. El básico puede mostrarse más interesado en las áreas intelectuales de su pareja y, gradualmente, participar en las conversaciones. También puede buscar canales en los que se muestre interesado en lo que sabe el intelectual y aprovechar su conocimiento para aprender cosas nuevas.

La mujer exitosa y el hombre común

Nuestra cultura machista dicta que lo normal es que el hombre sea el exitoso profesionalmente, sea el proveedor y sea el que debe tener más espacios públicos que domésticos. Pero, ¿qué pasa cuando es la mujer la exitosa y la proveedora? Las mujeres a las que les va muy bien en su trabajo son independientes económicamente, decididas, enfocadas y creativas. Culturalmente estamos condicionados a que las mujeres necesitan apoyo para decidir. Las mujeres exitosas tienen la iniciativa y toman decisiones, en su trabajo y en su hogar. Todo lo anterior hace que una mujer exitosa pueda ser percibida erróneamente como una persona dominante y hasta autoritaria. Si su pareja no tiene una autoestima fuerte puede llegar a sentirse opacado e incapaz. El ego lastimado del hombre puede llevarlo a tener un bajo deseo sexual, dificultades para tener una erección e, incluso, impotencia. Para enfrentar una situación de pareja así hay que comenzar por entender que, como seres humanos, los miembros de una pareja son diferentes y que sus procesos personales y profesionales también lo son. El ideal que nos vende la sociedad es eso precisamente y no siempre encaja con la realidad. Las fortalezas laborales y económicas no son las únicas desde las que puede aportar un hombre a su pareja. El hombre puede contribuir con otros elementos. Recuerda que en el fondo de estos malestares siempre hay factores mentales, conscientes e inconscientes. Si logras entender que hay otras dinámicas de pareja en las que lo correcto no es lo normal, la tuya puede funcionar perfectamente. No se trata de asumir una actitud derrotista o excesivamente cómoda. Como en un equipo de fútbol, cada uno de los miembros del equipo, independientemente de cuál sea su posición en el campo, debe hacer su mayor esfuerzo.

El previsivo y el arriesgado

En este tipo de pareja, uno de los dos es muy organizado: lleva sus cuentas detalladamente, se ciñe a su presupuesto, tiene seguros y ahorros, prefiere un trabajo que le dé estabilidad y planea el futuro a largo plazo. El otro miembro prefiere vivir cada día a la vez, sin preocuparse demasiado por el futuro. Normalmente corre riesgos y en sus inversiones hace apuestas fuertes. Los arriesgados son más intuitivos y emocionales. En una pareja así, el previsivo puede percibir al arriesgado como alguien irresponsable y el arriesgado, al previsivo como un miedoso y un tacaño. Es común que haya frecuentemente discusiones por el manejo del dinero. En últimas, son discusiones del presente vs. el futuro. La fórmula para hacer que una pareja así funcione se basa en el dicho popular de “ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”. Planear es necesario porque permite tener un orden y un rumbo, pero hay que ser flexibles. Si uno es demasiado rígido, corre el riesgo de romperse. Pretender preverlo y planearlo todo puede llevar a la frustración. Ceñirse excesivamente a un plan y no salirse nunca de él puede llevar a perderse de grandes momentos inesperados. Por otro lado, los riesgos deben ser bien calculados. Frente a una decisión importante y trascendental para el futuro propio y el de la pareja, uno debe evaluar bien toda la situación y las implicaciones de cada una de las opciones que se tiene. Hay que tomar decisiones informadas y calcular con cuidado las consecuencias de la decisión. Como explicamos en una entrada anterior, la proyección es una de las cuatro bases de una relación y eso implica planear. Para evitar que la planeación sea un motivo de conflicto para este tipo de pareja, hay que negociar. El mejor acuerdo al que pueden llegar un previsivo y un arriesgado es “planeemos hasta cierto punto pero seamos flexibles”. *** Para manejar una relación difícil y evitar que se convierta en una relación tóxica, una terapia de pareja puede ayudar a: indentificar conscientemente las características de cada uno de los miembros de una pareja y las diferencias entre los dos mejorar la comunicación entre los miembros de la pareja tener herramientas de negociación que permitan llegar a acuerdos gana-gana  descubrir que, a pesar de las diferencias, la pareja es sana y puede funcionar tener expectativas reales sobre lo que necesitamos y nos conviene.
0
    0
    Tu Carrito
    Tu carrito esta vacíoVolver a la tienda
    Abrir chat
    Necesitas ayuda
    Hola 😀
    Necesito más información