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Los procesos terapéuticos dependen de la situación individual, dar una duración sería irresponsable. Sin embargo, cuando la pareja o la persona está comprometida, la experiencia me ha mostrado que en dos meses de trabajo semanal y luego espaciando las sesiones en 15, 20, 30 y 40 días se ven resultados en los objetivos planteados en la terapia.

“A fuerza ni los zapatos entran”
Los procesos terapéuticos deben ser voluntarios para que tengan un efecto real en la mente, las emociones y el comportamiento. Por esta razón, si tu pareja no desea asistir, no es bueno presionar. Si tu sientes la necesidad de tener apoyo y acompañamiento, búscalo de manera individual y podrás responsabilizarte de tu parte y trabajar de manera personal. Con seguridad tu trabajo individual cambiará tu percepción y abordaje de muchas situaciones, lo cual te ayudará y guiará para abordar las situaciones de manera diferentes.

Todas los procesos terapéuticos son efectivos en la medida que los pacientes o consultantes estén comprometidos con el proceso, hagan la introspección necesaria y aprovechen al máximo las herramientas brindadas en la terapia.
La Association of Marriage and Family Therapists de EEUU indica que tres de cada cuatro parejas que acuden a terapia admiten una mejoría en su relación. En mi experiencia puedo mencionar que el 90% de las parejas que acuden a mi consultas salen airosas del procesos, algunas les toma más tiempo y otras menos.

La terapia de pareja puede brindar herramientas, ayudar a sanar heridas, mejorar dinámicas y patrones de conducta. Sin embargo, el principal objetivo es que la pareja se comunique de manera clara, asertiva y de esta manera puedan llegar a sus propias conclusiones, teniendo incluso en algunos casos una ruptura, y si este es el resultado, que esta sea lo menos dolorosa y conflictiva posible. La idea es que cada uno consiga sentirse bien consigo mismo y con el otro. Mi objetivo terapéutico establecer una relación SANA incluso en la separación.