Ser mamá es, sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras y más gratificantes de la vida. Al mismo tiempo, es una de las más desafiantes y difíciles. En esta entrada vamos a hablar de cinco de los retos que trae consigo la maternidad y que, a pesar de que nos han afectado a todas en algún momento, no siempre nos atrevemos a mencionar en voz alta.

La transformación física causada por el embarazo

Con todos los cambios físicos que implica el embarazo la mayoría de las mujeres ha tenido algún malestar físico más o menos fuerte. Las hormonas no sólo son responsables de modificar nuestro cuerpo para albergar a nuestro hijo sino que también nos ocasionan cambios intensos de ánimo. Como si no tuviéramos suficiente con esta montaña rusa de sentimientos, la sensibilidad emocional se multiplica por mil, hasta el punto de hacer nuestra vida y la de quienes nos rodean una verdadera aventura, no siempre placentera. ¿Qué podemos hacer para manejar estos cambios y estas variaciones?  Estos cambios de ánimo dependen de la bioquímica del embarazo, lo cual NO podemos controlar, pero algo que sí puede aliviar es saber que puede llegar a ocurrir, así llega se va; ASí mismo, hablar con nuestra pareja sobre nuestros temores, pensamientos y sentimientos ayuda bastante. Es vital reconocer que el periodo es transitorio y que cuando nazca el bebé serán otras las cosas que nos preocupen.

Sentimientos de incapacidad frente a la maternidad.

El nivel de ciertas hormonas va aumentando progresivamente durante el embarazo, a lo largo de los nueve meses de la gestación. Después de dar a luz, tu carga hormonal disminuye muy rápidamente. Esta caída en picada de tus hormonas ocasiona sentimientos de incapacidad y pensamientos limitante sobre la maternidad, que en algunos casos puede llevar a la depresión posparto, cuya principal manifestación es la angustia de sentir que no vas a ser capaz de ser buena madre, de criar y cuidar adecuadamente a tu nuevo hijo. Además de de la angustia ocasionada por este desajuste hormonal, tu cuerpo queda físicamente desequilibrado y, seamos honestas, afectado estéticamente… puedes pensar “por Dios acaso ya no habian sacado el bebé” Si bien es natural que toda tu atención se centra en tu bebé (bebés en el caso de las afortunadas que tienen gemelos o mellizos), es necesario que también estés pendiente de ti misma. Hay que empezar a trabajar en tu propio bienestar desde muy temprano. Recuerda que si tú estás bien, vas a poder cuidar mejor a tu bebé. Estar bien implica cuidar de tu cuerpo y, progresivamente, tener una actividad física: nadar, caminar, trotar, hacer yoga o, incluso, bailar. Además de tu cuerpo, debes cuidar tu bienestar emocional. Es necesario que tengas espacios de catarsis en los que puedas desahogarte y expresar tus preocupaciones y malestares como (nueva) madre. Para ello no hay nada mejor que hablar: reúnete con tus amigas (ojalá algunas de ellas también sean madres). Si hablas con otras madres vas a darte cuenta de que casi cualquier mujer ha tenido tus malestares y temores frente a la maternidad. Además de los consejos y trucos que te puedan compartir, oír que otras mujeres han enfrentado los mismos desafíos y los han superado exitosamente es alentador, ayuda a ver la luz más allá de los problemas presentes y futuros. Una terapia psicológica puede ser útil si las ideas que te angustian son difíciles de racionalizar y limitan tu funcionamiento. Una terapeuta puede ayudarte a procesar las ideas que te angustian y te congestionan emocionalmente. Además, ir hasta el consultorio de tu terapeuta puede ser un buen motivo para salir de tu casa por un rato y darle la oportunidad a tu media naranja de disfrutar la paternidad 😉

Tu relación contigo misma

Como te explicamos arriba, cuando vuelcas toda tu atención y toda tu energía hacia tu bebé es muy probable que tu relación contigo misma se vea afectada. Ese pequeñito se ve tan frágil e indefenso que crees que necesita toooda tu atención y tooodo tu tiempo. Dedicarle todo el tiempo a tu bebé hace que se lo quites a dormir, a tu pareja, a lo espiritual, a tus relaciones familiares, profesionales o de amigos, a tu cuidado físico, a tu imagen o a consentirte y a darte gusto. Si bien un bebé puede demandar mucho tiempo y atención, y es necesario disminuir el tiempo que le dedicabas a otras actividades, es necesario no desatenderlas totalmente. Recuerda que el tiempo que le inviertas a estar bien lo va a disfrutar también tu bebé. Para cuidar bien a tu bebé, tú debes estar bien, física y emocionalmente.

Manejar los temores de la maternidad

Profundizando en ideas antes mencionadas, los temores que aparecen durante la gestación y después de dar a luz pueden ser el mayor desafío que enfrenta cualquier mamá. Por ejemplo, el temor a la soledad que se deriva de concentrarse exclusivamente en tu bebé y abandonar a las otras personas de tu entorno o no cultivar ni fortalecer las otras relaciones de tu vida, incluidas las profesionales. Otro temor muy frecuente entre las mujeres es no poder ser una buena madre, es decir, no saber qué hacer incluso frente a algo tan normal y frecuente como un llanto imparable de tu bebé. Estos temores te desgastan física y emocionalmente. Desde muy niñas nos han enseñado que la mamá es un ser incondicional, excepcional, una mezcla de súper heroína y santa con una pizca de mártir. Es necesario comenzar por llevar tus expectativas a la realidad: como un ser humano NORMAL, con las limitaciones y los defectos de cualquier persona, tienes todo lo que se necesita para ser una buena madre. Así que nuestro recomendación es: ¡tómala suaaaveee! No te sobreactúes y, si te ves en aprietos, no dudes en pedirle ayuda a otras madres y a tu terapeuta. No olvides también propiciar espacios en los que puedas acercarte a otras personas. Hay que darse tiempo. Para manejar las angustias, lo primero que debes hacer es ver qué tan reales y tan racionales son las ideas y los temores que te las generan. Un buen método para expresar y racionalizar tus temores es llevar un diario o, mejor aun, un blog. Comienza por escribir como si te estuvieras contando a ti misma todo lo que te preocupa y como si te estuvieras pidiendo consejos para manejarlo. (terapia narrativa) No olvides que una terapia siempre puede ayudarte a racionalizar y a darle la dimensión verdadera a tus problemas y a tus preocupaciones.

El miedo a la crianza

Finalmente hablemos del miedo que más frecuentemente me he encontrado en consulta, el miedo a la crianza. La responsabilidad de formar un ser humano te puede llevar a dudar si lo harás bien o si tus equivocaciones lo pueden llegar a afectar gravemente, ahora o en el futuro. Para que estés tranquila, te recuerdo que, independientemente de cuánto te esfuerces y te concentres, te vas a equivocar y tus equivocaciones van a afectar a tu hijo 😉 La buena noticia es que, si enfrentas la crianza con amor, seguramente lo vas a educar bien. Si en algún momento te sientes perdida, pide ayuda. Hay terapeutas que te pueden dar pautas de crianza o te pueden guiar en comportamientos y actitudes de cómo asumir la maternidad. Recuerda que si estás bien contigo misma, seguramente serás un muy buen ejemplo para tus hijos. No pretendas criar y educar personas perfectas… ¡esas no existen! Por más que lo quieras evitar, cometerás errores y equivocaciones… y tus hijos, los suyos. En nuestra próxima entrada hablaremos del desafío que significa mantener saludable y vital tu relación de pareja después de ser madre. *** Para ti ¿cuáles son los principales retos de ser madre?  Te invito a que compartas, con sinceridad y sin vergüenza, con nosotras todos los malestares que te ha generado la maternidad y la crianza. ¡Desahógate!

Sobre la Autora

LORENA POLANÍA

LORENA POLANÍA

Psicologa Clínica- Fundadora

Terapeuta de pareja y Coautora del Libro: “Dos para Ser Felices” Editorial Grijalbo. Más Información: lorena.polper@polperpsicologia.com Tel: +57 300 217 5207
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