Escribir es una forma de dibujar, es proyectar con nuestro hemisferio creativo. Cuando practicamos el ejercicio de escribir expresando de forma consciente, habremos encontrado una forma de comunicación con nuestro yo interior, haciendo evidente hasta lo más profundo de nuestro inconsciente. Por lo general cuando pensamos en el ejercicio narrativo, nos imaginamos un libro de cuentos o tal vez una novela. Sin embargo la escritura como una técnica narrativa en psicoterapia, tiene que ver con expresar, hacer catarsis y hasta exorcizar los demonios internos que pudieran estar afectándonos y que se rehúsan a salir de otra forma. A manera de diagnóstico, esta terapia se puede combinar con otras técnicas de dibujo. Así se inicia un acercamiento íntimo de la persona con sus más recónditos, deseos, miedos y es justo la posibilidad de poder expresar, siendo uno mismo o tal vez un personaje de ficción, lo que permite liberarse de la presión que ejercen los pensamientos, aunque a veces no sepamos de qué se trata. Este viaje fantástico a través de la escritura, guiado por un terapeuta, genera estados avanzados de tranquilidad, liberación, relajación, así mismo es posible hacer evidentes fobias y el principio de aquellos aspectos que con frecuencia nos parecen indeseables, pero que no podemos identificar claramente. No solo la escritura de relatos o cuentos pueden utilizarse como una técnica de terapia narrativa, la elaboración de cartas utilizadas de forma estratégica, también pueden evocar el inconsciente y ser utilizadas a modo de “silla vacía” es decir para escribir a alguien que ya murió, que no puede o no quiere estar ahí, tal vez a quien no se siente tranquilo diciéndoselo personalmente. Lo que escribimos o dibujamos es la representación de lo que sentimos y pensamos. Si rememoramos los acontecimientos más importantes de la evolución de una persona, siempre están presentes los dibujos y los textos que escribe, que a medida que son más elaborados, también dan cuenta de un avance y crecimiento a nivel personal e intelectual. Así es como, cuando re leemos las cartas que escribimos a alguien en un momento de nuestra vida, volvemos a vivir los instantes y afloran los sentimientos de la época, o cuando descubrimos en el baúl de los recuerdos los dibujos de nuestros hijos cuando eran pequeños, pareciera que regresamos al momento en el que nos los dieron. Escribir es una forma que va más allá de expresar, es la manera más armónica de que nuestros sentidos, pensamientos, sentimientos, miedos y sueños hagan sinergia. Es superior a hablar porque cuando escribimos podemos corregir, repisar, borrar, poner asteriscos que aclaren puntos específicos o tal vez una larga línea que agregue un párrafo o una flecha que indique que eso no iba ahí sino en este lado. Es la persona la que directamente genera cambios en su vida por medio de una terapia narrativa, el terapeuta estará ahí como un vínculo para producir la evocación, sin embargo siempre es visto el cliente como el protagonista. Cuando se es el actor principal de la historia que estamos escribiendo, también nos comprometemos más y no solo hacemos terapia en las sesiones cuando vamos donde el psicólogo, sino que lo hacemos de forma permanente y lo apropiamos en nuestro diario vivir, observando con mayor facilidad el cambio. Podríamos pensar que escribir para muchos es una habilidad especial, un arte, algo que necesita capacitación y competencias que no todos poseemos, sin embargo y para efectos de la terapia narrativa, es importante poder crear el silencio interior necesario para encontrarse consigo mismo y generar palabras e ideas que se perfeccionarán con el tiempo, inclusive si no tiene la habilidad o el gusto por la escritura. Ahora bien, que sea el terapeuta quien escribe, quien reconoce, retroalimenta y se dedica a crear, es un hecho que le puede mostrar a una persona que es importante, que es valioso lo que hace, cuáles son sus avances, aspectos más positivos y puntos por mejorar. Que en una relación terapéutica es muy valioso y efectivo. Escribir es volver a las raíces, es retomar la vida desde lo básico, es descubrir que no estamos solos cuando estamos con nosotros mismos.

Sobre la Autora

CONSTANZA AIMOLA

CONSTANZA AIMOLA

Psicologa Clínica - Polper Psicología

Psicóloga egresada de la universidad Santo Tomás en Bogotá Colombia Cuenta con doce años de experiencia orientados con mayor énfasis en el contexto organizacional, aunque su formación es principalmente clínica A través de su experiencia ha utilizado la escritura narrativa como una oportunidad para hacer catarsis.
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