La vida nos sorprende todos los días.

En medio de lo que estamos viviendo, hemos podido comprobar que, en muchas ocasiones, lo que dábamos por hecho se va desbaratando como un castillo de naipes.

Esto también aplica para las relaciones que considerábamos estables, duraderas y el famoso: “hasta que la muerte nos separe”.

Para muchas parejas la pandemia ha sido causal de crisis y de ruptura. Nos ha obligado a convivir estrechamente y muchas veces a destapar muchas cosas que habíamos metido “debajo del tapete” para no verlas.

Como consecuencia, después de muchos años de casados, a veces se llega a la decisión de la separación.

En muchas circunstancias, este hecho se dá por no haber gestionado bien los años de convivencia, por aguantar lo inaguantable y por no haber puesto límites. También por haberlo dado todo por hecho, acomodándose en una incómoda “zona de confort”.

En fin, después de esa decisión, emprendemos un nuevo camino, solos y en la edad madura.

Mucho te dirán:

  • ¿Para qué separarse a estas alturas de la vida?
  • Tienes más de 50 años y te vas a quedar solo/a?
  • Es muy difícil volver a encontrar pareja a tu edad.
  • ¿Cómo vas a manejar la soledad?

Realmente los estereotipos sociales nos han hecho mucho daño.  Los comerciales de T.V, las letras de las canciones, las películas, etc. Muchas te muestran la familia perfecta, muchas te hablan de que no puedes vivir sin el otro, que tu vida se acaba el día que te separas, que olvidar es imposible, etc.

En fin…

Y la soledad llega y tenemos que aprender a vivir con ella. No es fácil pues nuestra mente está acostumbrada a compartir, a contar con alguien al lado, a tener a quien contarle las cosas que te pasan día a día y a tener ese apoyo tan importante para sobrellevar los avatares de la vida. A veces te invade el miedo.

Pasa el tiempo y un día decides que sería bueno empezar a conocer gente, salir a tomar un café, bajar una aplicación de citas, decirles a los amigos que te presenten gente, explorar ese nuevo mundo que existe ahí, pero en el que jamás habías entrado.

Para quienes se hayan separado después de más de 30 años de casados y hayan sido fieles, en realidad este “nuevo mundo” es totalmente desconocido, no se sabe lo que hay afuera. Se sale cómo de una burbuja. Hasta ese momento la vida era muy predecible y tranquila, estabas casado/a, ya tenías “casa, carro, beca y pareja”.

Pero salir al mundo, es otro cuento. Ese mundo que muchos llaman “el mercado del usado”

Los comportamientos, las expresiones, las expectativas, los sitios, las dinámicas, todo es nuevo… Parece que uno viniera de otro planeta.

La verdad se tienen pocas herramientas y hay que moverse por instinto.

Cuando de pronto, de una u otra manera, llega alguien a tu vida, lo conoces, te gusta, le gustas y te planteas un noviazgo en la edad madura.

Es toda una aventura, pero desde la experiencia y la madurez ya adquiridas.

Ya no sientes que el amor lo puede todo, ni depositas ahí toda tu vida, ni todos tus sueños, ni toda tu energía.

Ya sabes lo que es dar y recibir, ya has tenido la experiencia de que la vida no se da la noche a la mañana, ya sabes que las cosas se van construyendo y has aprendido el arte de esperar.

Es un amor tranquilo, que se condimenta con planes simples pero llenos de detalles, en el que expresarse es más fácil y fluido.

¿Sabes por qué?:

  • Ya no tienes nada que perder, ni piensas que este es el amor de tu vida y que esto es todo o nada.
  • No tienes que estar en plan de demostrar nada a nadie, eres así y punto. Con tus arrugas, tu pasado, tu equipaje y tus heridas tanto físicas como emocionales.
  • Ya sabes lo que son las pérdidas, por lo tanto, no acaparas al ser que amas como algo que se te puede ir de las manos en cualquier momento.
  • Es un amor más libre y suelto.
  • Es una relación que se gestiona con más libertad.
  • El o Ella tiene su pasado y tú el tuyo.
  • Tienes una red de apoyo fuerte: tus hijos, tú familia, tú amigos.
  • Eres más consciente de tus actos
  • Ya no piensas que todo será posible por amor y que el amor hará la tarea por sí solo.
  • Saboreas la libertad de estar acompañado cuando quieres y de estar solo cuando te provoque.
  • No tienes que darle explicaciones a nadie sobre la hora en que entras o sales, ni de dónde vienes ni para dónde vas.
  • Te das el gusto de disfrutar tus momentos de soledad, el largo y ancho de tu cama en toda su extensión y también de compartirlo arrunchados viendo una película.
  • En la madurez de tu vida, ya tienes gran parte resuelta. Puedes ir y venir con más libertad, te puedes ir de paseo entre semana, viajar sin destino fijo.
  • Te puedes dar más gusto con ciertos placeres que antes eran imposibles, pues tenías hijos que mantener e hipotecas que pagar.
  • Tu espíritu se renueva y vuelves a tener un trozo de juventud para gastar a tu antojo.
  • ¡Si eres mujer, ya no tienes miedo de quedar embarazada!
  • Vuelves a sentir mariposas en el estómago y tus hormonas se alborotan.
  • Creería que hasta vuelves a producir colágeno, segregas serotonina y tus feromonas se activan.

Arriesgarse de nuevo vale mucho la pena, el amor y el noviazgo no tienen edad y se disfruta en la madurez con mayor intensidad.

Así que sí estás en este plan, adelante, es una aventura de la cual se va disfrutando el camino, sin pensar en la meta final. Déjate sorprender de la vida, sin miedo.

Sobre el Autor

LINA PRIETO

LINA PRIETO

Comunicadora Social y Empresaria

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